CAPÍTULO 134 - PERMITIR QUE EL OTRO NO PONGA TODO LO QUE TIENE QUE PONER EN LA RELACIÓN.

Cada persona tiene su propio modo de pensar para interpretar el mundo que le rodea y tratar de manejarse en él, del mejor modo posible. Generalmente, todos buscamos sentirnos bien con nosotros mismos y los demás y lograr las metas y objetivos que nos proponemos en nuestras vidas.

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Francisco de Sales
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CAPÍTULO 134 - PERMITIR QUE EL OTRO NO PONGA TODO LO QUE TIENE QUE PONER EN LA RELACIÓN.

Mensaje por Francisco de Sales »

CAPÍTULO 134 - PERMITIR QUE EL OTRO NO PONGA TODO LO QUE TIENE QUE PONER EN LA RELACIÓN.

-CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA-

Este es el capítulo 134 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER


Ya lo sé: estoy generalizando. Pero esto se repite demasiado a menudo. Se ha convertido en una norma.

Para el hombre en general –salvo para el que tiene un correcto desarrollo personal y las ideas claras y acertadas-, el matrimonio es poco más que un trámite para acceder a la vida de pareja, en la que espera encontrar grandes satisfacciones y comodidades.

Pero parece ser que –generalizando, o sea no en todos los casos- una vez terminado el periodo de cortejo del noviazgo, en el que hace el esfuerzo de seducir a la mujer hasta que lo logra, ya no pone mucho más de su parte para seguir enriqueciendo la relación, ni en cuidar y demostrar el amor a su mujer como lo hizo durante aquel periodo.

La mujer –si se comete el error de generalizar- casi convierte la relación en un eje central sobre el que hacer girar su vida. Lo cual puede estar muy bien y ser muy correcto. Según para quién, claro.

No olvidemos que la mujer, sabedora genéticamente de que su función es la de procrear y expandir su especie –como animales que también somos los humanos-, busca de un modo inconsciente un varón que la fecunde. Del mismo modo inconsciente, el animal atávico de la hembra que vivía en las cavernas desea que haya un macho de su misma especie a su lado porque eso le ofrece protección a ella y a su prole. Aunque eso, en este momento del mundo, es sólo simbólico.

En los otros animales no existe la necesidad de una relación de por vida para procrear, pero los humanos tenemos la facultad de poder sentir amor, y poder disfrutar de esa posibilidad, y asociamos procreación y amor de un modo casi indisoluble.

Es por eso, tal vez, por lo que la mujer hace un mayor esfuerzo en conseguir que la relación funcione. Es ella la que se responsabiliza de la familia que han formado, la que se implica para que haya felicidad y armonía, y además éstas sean duraderas.

Pero, como la relación es un asunto de dos, hay una descompensación.

La mujer, por todo lo anteriormente expuesto, está en otras condiciones distintas, porque va más predispuesta a renunciar a alguno de sus derechos con tal de que la relación vaya bien. Por eso, en ocasiones, pone su parte y la que le correspondería poner al otro. Es, sin palabras y sin especificarlo, una especie de proponerle al otro, más o menos: “tú haz lo que puedas (o lo que quieras) que yo me encargo del resto”.

Esto conlleva un gran desgaste físico y, sobre todo, emocional.

En muchos casos la mujer hace de la relación el motivo principal de su vida, la función primordial, y cuando se comprueba que el otro no pone el mismo interés, ni la misma dedicación o entusiasmo, la moral se va resintiendo, la decepción hace apariciones cada vez más continuadas, las ilusiones se empiezan a sentir aniquiladas, y lo que queda en una misma es poco más que una frustración que no se quiere reconocer. Es una frustración que piensa: “No era esto. No era así como yo lo pensaba. Estoy remando yo sola y la travesía que queda aún es muy larga”.

La mujer tiene el derecho y la obligación de exigir compromiso al otro, de exigirle el cumplimiento de su parte, de exigirle que aporte, que colabore, que se implique totalmente.

La mujer no debería tolerar la falta de cumplimiento de aquellas promesas de amor y colaboración que se hicieron durante el noviazgo, no debería tolerar el abandono emocional, ni que no se la respete y valore.

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:

- La parte de responsabilidad en la relación de cada uno de los miembros de la pareja la tiene que asumir cada uno irrenunciablemente. Es injusto que sea una sola de las partes la que cargue con todo.
- Aunque haya mucho amor por medio, es injusto que uno tenga que renunciar siempre a sus derechos en beneficio del otro.
- La igualdad entre ambos sexos es algo ya incuestionable. Cada mujer tiene la responsabilidad particular de colaborar exigiendo esa igualdad para que así sea.


Francisco de Sales

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