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CAPÍTULO 190 - NO QUERER PONER FIN A LA RELACIÓN (2ª parte)

Publicado: Mié Mar 24, 2021 9:46 am
por Francisco de Sales
CAPÍTULO 190 - NO QUERER PONER FIN A LA RELACIÓN (2ª parte)
-EL FINAL-

Este es el capítulo 190 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.


A veces, una expresión del amor es dejar de amar. Dicho de otro modo: por amor, es mejor dejar de amarle.

Las relaciones se agotan por diferentes motivos. Aunque se pudieran concretar esos motivos, cómo es cada pareja, y cómo  han llegado a esa situación, y el poso que queda de amor o la montaña que ya se ha formado de rencor, hacen que el mismo motivo sea un motivo distinto.

Uno de los dos integrantes, cualquiera –aunque suele ser el más inteligente o el más sincero de los dos- puede que aún siga amando al otro, pero en alguna parte de su corazón siente que se ha cumplido el ciclo, que no da para más, y que el intentar mantener la relación no solamente no aporta a ambos, como debiera ser, sino que les entorpece, les hace sentirse a disgusto, les priva de felicidad, o ralentiza o interrumpe el proceso personal de uno o de ambos.

Por otra parte, nunca se ama de verdad a quien no nos ama como queremos. Es así. Y cuando no es así es una relación de dependencia y no de amor.

Cada relación se basa en unos acuerdos, tratados con claridad o intuidos, que tampoco son iguales para todas las parejas: algunos renunciaron al amor hace tiempo y se conforman con hacerse compañía, y eso puede estar muy bien si es aceptado por ambos; otros experimentaron que los amores exaltados –esos en los que la pasión arrasa- son agobiantes y, a la larga, aportan más tensión que emoción y prefieren la tranquilidad de los amores calmados, y eso puede estar muy bien; otros mantienen ocultos sus intereses, y les atrae la posición económica de su compañero, o cumplir con ello las expectativas de la sociedad, y eso puede estar bien si el otro lo sabe y está de acuerdo, pero no siempre está todo y en todos los niveles tan claro como puede aparentar.

En el fondo, también se quiere ser amado, y, además, de un modo concreto. Y si no se es amado como se quiere ser amado se siente un vacío que se va agrandando a pasos agigantados, y el pequeño vacío que nació en algún momento de la relación adquiere tal tamaño que no lo tapa una mentira, ni un intento de consuelo, y hasta se dan cuenta los ojos ciegos con los que pretendemos mirarlo.

Cuando uno de los dos se da cuenta de que no tiene sentido seguir, porque la tristeza se le ha incrustado en el corazón, la convivencia es un suplicio, y al despertarse cada día lo primero que le viene es una sensación depresiva y frustrada por lo que le espera pasar, y si su alma se lamenta de continuo –aunque sea en silencio-, o si cuando se mira en el espejo ve la desolación innegable en sus ojos, y siente en sus hombros el peso del Mundo, entonces es el momento de ir preparando la despedida.

Me repito: mejor que sea de un modo amable, con mucho respeto hacia el otro y con la mayor delicadeza posible.

Mejor preparar el terreno con cuidado, ya que si la otra parte no está de acuerdo con nuestra decisión se va a oponer, y nunca se sabe de qué modo o con cuánto enfado o desesperación.

Empezando por prepararse uno mismo, porque si toma la decisión y el otro no está de acuerdo, le espera un calvario en el que se va a encontrar con un mundo que es nuevo, con oposiciones, drama, incomprensión… se despertarán rencores desconocidos, saldrán a la luz asuntos arrinconados que se manifestarán desde el despecho… sentirá un bombardeo de emociones queriendo dar su opinión, y capeará como pueda sus propios altibajos y confusiones… salvo que la decisión venga avalada por tal cantidad de razones tan solventes y rotundas que enfrentarse a lo que aparezca no tendrá ni la mitad de intensidad de todo lo padecido hasta entonces.

Desde que se inicia una relación conviene dejar abierta la posibilidad de que resulte no ser tan buena como se preveía, incluso de que sea un desastre total, de que ambos se hayan equivocado, de que sea la desilusión quien llene sus días juntos, y es oportuno estar preparado para esta posibilidad, y no negarse a terminar la unión cuando se compruebe que sería lo adecuado.

Hay dos modos básicos de pintar el letrero que pone FIN.

Desde la rabia, que hará que el enfrentamiento llegue a ser tan encarnizado que llegue a asustar, que arrastre tras de sí drama y violencia, que implique o perjudique a terceros inocentes…

O desde la postura que está a favor de poner un broche de oro, aunque no lo merezca, para no perjudicar gravemente al otro. Incluso aunque se lo merezca.

En cualquier caso, los ingredientes necesarios son básicos: Asertividad, Autoestima, Dignidad, y Amor hacia Sí Mismo.

Yo soy más partidario de resolver los conflictos del mejor modo posible, y más en el caso de que después se sientan obligados a seguir tratándose por los hijos, los amigos, las deudas, o todo aquello que han tenido o tienen en común.

Es mejor pintar el letrero con trazos de amor, aunque sea con el muy poco de amor que quede hacia el otro, o por el amor que se tiene uno a sí mismo, o por amor a los que se pudieran sentir afectados, o porque es un fin apropiado para historia que empezó con y por amor.

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:

- Uno de los pecados más imperdonables y perjudiciales es el autoengaño.
- Si se sabe que no se quiere seguir en una relación es mejor no seguir.
- Cuando haya que poner fin a una relación siempre es mejor hacerlo de un modo digno y, si es posible, respetuoso por ambas partes.
- Cuando alguien esté aplazando esa toma de decisión que en el fondo es deseada que sea muy honesto con las razones que se impone para no hacerlo.


Francisco de Sales

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