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RE-EDUCAR LA MENTE

Publicado: Vie May 25, 2012 3:04 pm
por Francisco de Sales
RE-EDUCAR LA MENTE





La mente nos juega muchas malas pasadas.



Una de ellas, es que nos complica la vida.



Desde el gobierno auto-impuesto de su dictadura, ya que raramente nos encargamos de controlar su capacidad para administrar nuestra vida, o desde su autoridad más que cuestionable -incluso es cuestionable la moralidad de nuestra propia mente-, dirige nuestra vida de un modo caótico, autoritario, y condicionada por sus propios miedos y confusiones.



Nadie tiene una mente limpia, pura, descondicionada.



Todos estamos influenciados, en mayor o menor medida, por nuestra educación, nuestras circunstancias, y nuestro pasado.



La aparente libertad de pensamiento de la que gozamos no es más que un espejismo que nuestra mente nos proporciona para que creamos que somos nosotros quienes pensamos, y para que no nos metamos con ella.



En realidad, casi nunca somos nosotros quienes pensamos, sino que es nuestra propia miente quien dirige a su antojo la dirección de nuestros pensamientos.



No pensamos: somos pensados.



Quizás el único momento en que contactamos con la parte pura y descondicionada de nuestra mente es cuando estamos en una meditación o en una relajación, y conseguimos evadirnos del ego, y de la actividad frenética de la mente -de esa mente que se obstina en buscar lo que cree que son nuestros intereses, que en realidad son los suyos-.



La tarea que estaría bien que nos propusiéramos –que es una tarea larga y lenta-, es descondicionar la mente, descontaminarla, despojarla de prejuicios, de miedos, de rutinas; reducarla en libertad, en la costumbre de ver todo nuevo y todo como si fuera la primera vez; en ser comprensiva, en aceptar que las personas y las cosas son como son, y que no es bueno que se inmiscuya –y nos inmiscuya-, en todos los asuntos.



La mente es, y esto debiéramos tenerlo muy claro, un instrumento a nuestro servicio.



Un instrumento que hay que utilizar como utilizamos una mano o utilizamos las piernas -que nosotros decidimos cómo, hacia dónde y cuándo mover-. ¿Te imaginas si tuvieran autonomía propia y fueran ellas quienes decidieran qué quieren coger o dónde nos quieren llevar?



Pues eso es lo que hace nuestra mente.



Divaga, especula, decide, mariposea, redunda una y mil veces en lo pesimista, imagina cosas casi inimaginables…



Y somos nosotros quienes pagamos sus errores, quienes sufrimos sus disquisiciones, víctimas de sus caprichos, por no saber imponer el orden, y no tomar las riendas en tan delicado asunto.



A la mente conviene tenerla encerrada en un cajón, y sacarla solamente cuando se necesite –no olvidar que es un instrumento a nuestro servicio, y que nos pertenece y no le pertenecemos-, y hemos de controlar todo el proceso mental, siendo nosotros, estando conscientes de ello, quienes indiquemos el modo.



Porque nos engaña una y otra vez.



De pronto, nos presenta una propuesta, una solución, una idea, y creemos que somos nosotros quienes hemos pensado eso, y lo aceptamos sin más, sin condiciones.



Y no es cierto. Es la mente quien ha pensado por su cuenta, y esa mente, siempre, está subordinada a sus miedos, está manipulada por su propia inseguridad, y asustada ante el temor de que se descubra su impostura, y la fragilidad sobre la que se sustenta.



La tarea que nos propone la vida es gobernarla, y no ser gobernados por la mente.



Lo que nos propone es encontrar la coherencia entre lo que pensamos, lo que sentimos y cómo procedemos.



Para ello es imprescindible conocer sobre qué principios o normas se erige la mente, qué modo de actuar tiene, en qué se basa, cuáles son sus reglas y raíces, en qué se manifiesta con rectitud y en qué es injusta.



Es una hermosa tarea la de descubrirse.



Y es hora de ponerse a ella, para conseguir una mente libre, que acepte y comprenda todo y a todos, que entienda que cada quien es cada cual y es como es; que hay cosas a las que es inútil enfrentarse; que cada uno busca la paz en vez de la auto-confrontación; que conviene desdramatizar en lo posible las cosas desagradables; que hay que saber apreciar el alimento de la música o del silencio; que es necesario estar abiertos a nuevas experiencias y conocimientos; y que es necesario desestancarse, escapar de los prejuicios, y estar abiertos a evolucionar y crecer.



Seremos los primeros beneficiados del resultado.





Y ahora que lo sabes… ¿vas a hacer algo para re-educarla?







(Francisco de Sales, es el creador de la web www.buscandome.es, para personas interesadas en la psicología, la espiritualidad, la vida mejorable, el Autoconocimiento y el Crecimiento Personal)