NUESTROS MIEDOS NO EVITAN LA MUERTE, FRENAN LA VIDA

Cada persona tiene su propio modo de pensar para interpretar el mundo que le rodea y tratar de manejarse en él, del mejor modo posible. Generalmente, todos buscamos sentirnos bien con nosotros mismos y los demás y lograr las metas y objetivos que nos proponemos en nuestras vidas.

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Francisco de Sales
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NUESTROS MIEDOS NO EVITAN LA MUERTE, FRENAN LA VIDA

Mensaje por Francisco de Sales »

NUESTROS MIEDOS NO EVITAN LA MUERTE, FRENAN LA VIDA


En mi opinión, que es una opinión que comparto con Elisabeth Kubler-Ross, el miedo a la muerte es un impedimento para el disfrute de la vida.

La muerte es inevitable. Es absurdo e inútil oponerse a lo inevitable. La oposición a ello es un desgaste enorme de energía y una pérdida irrecuperable de tiempo/vida en un estado de pre-ocupación que, si no se sabe manejar bien, se convertirá en frustración.

No importa lo que sea la muerte, ni si hay vida o no después de ella, lo que debe importar es que haya vida ANTES de ella.

Si uno piensa en la muerte tiene que derivar hacia pensar en la vida. Lo que sea posterior a la muerte –si es que hay algo-, en este momento tal vez no requiera nuestra atención más inmediata. Lo que es previo a la muerte, sí es importante.

Así que la toma de conciencia de la muerte sólo ha de aportarnos una valoración más efectiva y real de la vida. Hablar de morir nos tiene que llevar a vivir más conscientemente apreciando la vida que AHORA, EN ESTE MOMENTO, SÍ TENEMOS.

Hay una reflexión interesante acerca de que cuando llegue la muerte uno ya estará muerto y por tanto no estarán ni la inquietud ni la angustia ante la muerte, ya que esto sólo lo sienten algunos vivos. Ese temor opresivo ante lo que no se sabe cuándo ni cómo sucederá, pero se sabe que sí sucederá, sólo provoca inquietud y ansiedad, que a su vez se reflejan en un estado de agitación y zozobra del ánimo. NOS AMARGAMOS POR ADELANTADO E INNECESARIAMENTE. Ponemos este desbarajuste emocional en el mismo lugar que podríamos poner la alegría y satisfacción de estar vivos.

Ahora es tiempo de vivir, ya llegará el tiempo de estar muerto.

La muerte es menos temida si uno tiene la conciencia tranquila de haber vivido. Ya se sabe que va a llegar, así que es mejor que nos encuentre con una sensación tranquila de paz y plenitud, y con una conciencia que tenga pocos motivos de los que arrepentirse, para que uno pueda hacer un balance de lo que ha sido su vida y pueda decir –como ya se adelantó a decir el poeta - “confieso que he vivido”.

QUE LA MUERTE NOS ENCUENTRE CON UNA SONRISA. Esto no quiere decir que nos apetezca recibirla y agradezcamos su llegada, sino que le podemos decir que nos encuentra con los deberes hechos, la vida exprimida, que los familiares y amigos han sido bien queridos y que hemos demostrado nuestra capacidad de amar, que tenemos la sensación o la seguridad de habernos comportado bien durante nuestra estancia, que llevamos el alma en paz y el corazón rebosante, que en la memoria almacenamos cosas hermosas, que fue lindo mientras duró.

Ahora es tiempo de VIDA, ya llegará el tiempo de muerte en el que no podremos hacer nada de lo que ahora SÍ podemos hacer.

Pensar en la muerte tiene como misión recordarnos nuestro límite de vida –la fecha de caducidad-, el fin del tiempo de estancia en este Paraíso lleno de buenos motivos para disfrutarlo y ser feliz, y pensar en ella ha de concluir con un “gracias por recordarme que estoy aquí y ahora, que existo y sigo vivo”.

VIVIR es la tarea. Ser Uno Mismo es la tarea. Amar y realizarse es la tarea. Ser feliz y hacer felices a los otros es la tarea. Y esas tareas –y otras más- sólo se pueden hacer en este momento. Eso ha de ocupar nuestro tiempo y no emperrarse en una pataleta infantil e inútil de “no quiero morir”. Mientras uno piensa eso está muerto, porque no está viviendo.

No conviene confundir el miedo a la muerte con el miedo a sufrir previamente a la muerte. Es ingrata una larga agonía. Es indeseado un largo periodo de una enfermedad penosa y dolorosa. Es inquietante imaginar el sufrimiento en una de estas situaciones… pero es absurdo y contraproducente sufrir y amargarse por adelantado por algo que se ha de vivir cuando llegue su momento… si es que llega, porque tal vez este sufrimiento en torno a la decrepitud y la vejez sufriente acabe siendo inútil porque no suceda de ese modo tan dramático que imagina nuestra mente.

Pensar en la muerte ha de ser PENSAR MÁS EN LA VIDA. Que así sea.

Te dejo con tus reflexiones…

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